Una
experiencia que toca las fibras más sensibles del ser humano, que penetra en
su interior para luego trascenderlo, una catarsis que va de lo individual a lo
colectivo, un déjà vu para quienes ya les conocíamos, pero sobre todo, un
encuentro con el arte vivo de la música.
La
presentación de Dead Can Dance en México, ha sido todo lo que se esperaba de la
reunión de esta singular agrupación, que ahora nos presenta un rostro distinto,
no menos virtuoso al que nos tenía acostumbrados, pero si un poco más
sintético, menos acústico. Esto no significa que hayan perdido calidad, al
contrario, se muestran como la consolidación de un experimento que inició en
Melbourne en el año 1981, y que ahora regresa a nuestro país con un espectáculo
fuera de serie.
A pesar
de la notoriedad alcanzada en el mundo del arte, DCD se ha mantenido fuera de
toda parafernalia mediática, llegando al extremo de no promocionar su imagen personal,
la cual permaneció totalmente oculta al principio de su carrera, nunca publicaron
fotografías personales en sus álbumes, y solo fue hasta su producción Toward
the Within (1994), que pudimos verles en una performance posteriormente editada
en formato VHS y Laserdisc.
El
estar fuera de los reflectores comerciales, les confirió un aspecto mucho más enigmático,
elevándolos de inmediato a la categoría de grupo de culto, algo que no ha
cambiado con el paso del tiempo, ya que su mística tanto personal como
colectiva, se refleja a partir de la concepción musical, que en el caso de
Brendan Perry, genio creador de DCD, se genera desde su lugar de residencia en
Quivvy Church, Irlanda, una antigua capilla adquirida por él y convertida en un
sofisticado estudio de grabaciones, y que ha establecido como base de
operaciones y como un espacio de inspiración personal.
Las
interpretaciones en vivo representan la esencia de DCD, la parte medular de la
experiencia artística, que desde luego escapa a toda posibilidad de ser
interpretada por palabras o imágenes, son algo intangible, algo indescriptible,
que solamente puede ser percibido, asimilado, y disfrutado por los sentidos de
manera directa. Es cierto que el virtuosismo de toda la agrupación queda de
manifiesto, sin embargo, Liza Gerard nos hipnotiza con la cualidad enigmática
de su voz, primero como una caricia interior que se transforma y nos atrapa,
cautivando los sentidos con pura intensidad vocal, después a dúo con la voz de
Perry, ambos instrumentos armónicos poseedores de una fuerza interpretativa difícil
de encontrar en otro sitio.
Muchos
de sus admiradores, entre los cuales me incluyo por supuesto, estábamos
resignados a no poder apreciar nuevamente la magia de DCD, recordemos que, incluso la presentación como solista de
Brendan Perry al lado de Robin Guthrie de Cocteau Twins, programada en junio de
2011 en el DF fue cancelada, no imaginábamos que por un golpe de suerte esta
agrupación se lanzaría de nueva cuenta en una gira mundial solo un año después, una oportunidad única de presenciar nuevamente la actuación del mito, en vivo.
En
Vuelo Nocturno queremos compartir esta experiencia sensorial, dedicando
nuestros siguientes programas de 2012 a la música de Dead Can Dance.
Manolo
Espinosa
mil gracias como siempre...
ResponderEliminarBuenos días Manolo, Gracias por compartir éste excelente material y hacer que descubra nuevos horizontes de música, ya que yo no conocía éste Grupo, ah claro y felicitarte por engalar con tu voz, la información que nos presentas y enriquecer así el programa.
ResponderEliminarAprecio mucho que coloques los tracks, ya que a veces estoy de viaje o me quedo dormida por el cansancio de la semana en las actividades.
Te envío un abrazo.
Gracias !
Liz.
No menos fascinante tu reseña sobre ese encuentro sensorial, que por sus profundidades enigmáticas tocan una parte extraordinaria del ser humano.
ResponderEliminarLa voz de Perry es tremenda, la de Liza también y en conjunto, algo inigualable.
Te saludo nuevamente Manolo.
Buena fotografía.
De hecho como te decía antes, yo tengo unas tres discos de ellos pero desconozco sobre su historial de banda musical, Es una experiencia única escuchar y dejarse cautivar por esas voces y sonidos enigmáticos que transforman imperceptiblemente un rincón desconocido del ser.
ResponderEliminarEn hora buena con el programa. Ya descubrí los programas grabados al final de la página!!